miércoles, 13 de mayo de 2009

Defensor de los derechos humanos del magisterio antiqueño

Luis Felipe Vélez Herrera. Nació en septiembre 6 de 1954 en la Pintada, corregimiento que pertenecía a Santa Bárbara. Su padre Patrocinio Vélez fue perseguido en la época en que arreciaba la violencia de los partidos tradicionales (liberal y conservador). Don Patrocinio por ser de filiación liberal tuvo que salir de varias poblaciones. Se vino a la ciudad de Medellín y se estableció en el barrio Antioquia con su esposa y sus hijos mayores. En este sector no logro emplearse y tuvieron serias dificultades económicas y se regresaron a vivir a Venecia, municipio ubicado en el suroeste antioqueño. Pero en ese pueblo las cosas empeoraron y Don Patrocinio le propuso a Doña Matilde tomar lo poco que quedaba de sus pertenencias y se marcharon para Bolombolo, pero la suerte tampoco les favoreció y al poco tiempo emigraron a la pintada. Allí Don Patrocinio se dedicó a las pesca y a la recolección de madera que posteriormente vendía. También se dedicó a realizar horchata que es una bebida dulce, hecha a base de arroz molido. Doña Matilde realizaba las fritangas y uno de sus hijos mayores de nombre Bernardo, las vendía en el ferrocarril de esta población o viajaba a Damasco, corregimiento de Santa Bárbara, donde se cultiva el mamoncillo. Bernardo regresaba con una buena cantidad de mamoncillos, los empacaba en bolsas y las vendía en la estación del ferrocarril. En esta época nació Luis Felipe, quien fue el quinto hijo después de Simón, Soila, Oscar y Bernardo.

Don Patrocinio Vélez sufrió un accidente en Peña Lisa, cerca de Bolombolo, no prestó atención a este y se limitó a curarse con una mezcla que hacía con petróleo, limón y sal y cuando acudió al médico ya había perdido la rodilla izquierda y quedó imposibilitado para trabajar. Con este incidente sus hijos mayores debieron asumir el mantenimiento de la casa, agravándose la situación porque seguían naciendo más hijos. Sus hijos mayores: Simón y Bernardo cargaban equipajes en la estación del ferrocarril de la Pintada. En cierta ocasión un señor llamado Miguel Quiceno que vivía en Copacabana, arribó a esta población y conoció la situación tan dramática de esta familia y para colaborarles se trajo a Simón que era el hijo mayor para emplearlo como repartidor de materiales de construcción y carbón a domicilio. Simón no daba abasto con tantos encargos y fue necesario que Don Miguel mandara por su hermano Bernardo y entre los dos se encargaron de los domicilillos de dicho negocio. Del salario de los muchachos tan sólo sacaban para la comida y para el arreglo de ropa. El dinero restante Don Miguel Quinceno se lo entregaba a Don Patrocinio Vélez que venía puntualmente cada mes para recibirlo y poder mantener la familia que seguía residiendo en la Pintada.

En la navidad de 1958, Simón y Bernardo acordaron ir a visitar a la familia para llevarles ropa y zapatos, uno se encargaría de comprar el vestuario y el otro el calzado, con tan mala suerte que el día que iban de compras, los dos se pararon en la autopista a esperar el bus, cuando un campero que salió de la ruta alcanzó a Simón y lo atropelló, muriendo al instante. Don Miguel Quiceno al enterarse de las cosas viajó con Bernardo a la Pintada para traer a la familia al entierro. Días después Don Miguel se asesoró del abogado Jaime Velásquez Toro y demandaron la nación por la muerte de Simón. Los testigos que presenciaron las cosas declararon a favor del finado, argumentando que el carro se había salido de la vía porque sus ocupantes que eran unos ingenieros del Ministerio de obras Públicas, estaban borrachos y venían culebreando en plena autopista hasta que el conductor perdió el control y se salió de la vía. La demanda fue ganada y le dieron a Don Miguel $8000, dio a Don Patricio 6.000 y él se quedó con los $2.000 restantes para los gastos de abogados y otras deudas. Con este dinero Don Patrocinio compró la casa donde actualmente habita la familia Vélez Herrera en el municipio de Copacabana por $6.000. Doña Matilde, madre de Luis Felipe recuerda que cuando vivieron para este municipio, él era un chico de cinco años que hablaba poco pero se encendía a puños con quien fuera, aunque no era problemático, sólo respondía cuando era necesario. Era un muchacho tranquilo, no usaba calzado ni ropa interior porque la situación económica de la familia no permitía comprar para los hijos estas prendas, por eso sus pies eran anchos y ásperos. Pero a él le importaba poco y entendió desde muy pequeño que l vida era demasiado dura para nosotros que vivíamos de remendar costales y el escaso dinero que traía Bernardo quien siguió con la manutención de la casa.

Luis Felipe ingresó a la escuela de Copacabana a la edad de ocho años. Siempre fue un excelente estudiante, nadie en su casa le colaboraba en sus tareas ya que no poseían conocimientos ni el tiempo suficiente para ésto. Pero él se dedicaba de tiempo completo a las actividades académicas y leía bastante. Era reservado y se sentaba en una mesa que ubicaba en un rincón del cuarto y allí se quedaba horas sin hablar con nadie. Posteriormente ingresó a la Normal Nacional de varones de Medellín, donde se graduó como maestro en 1973. Con una beca concedida por un sacerdote ingresó a estudiar en el liceo Lucrecio Jaramillo. En este establecimiento se distinguió por su excelente desempeño académico y por su solidaridad y sencillez. Pasaba serias dificultades económicas y para poder ayudarse con sus pasajes, se iba con Bernardo los fines de semana a sacar arena a las quebradas. Como anécdota recuerda su madre que cuando terminaba un año que ella no recuerda con exactitud, en el Lucrecio Jaramillo, Don Patrocinio se presentó a la institución para reclamar las notas de su hijo, en esos momentos lo llamó el rector y le dijo: -- A ese muchacho, si tiene la forma obséquiele un regalo o si no unas felicitaciones de todo corazón, porque es de admirar que tan pobre y con los zapatos rotos sea tan excelente estudiante. Otras anécdota recordada por Bernardo: “Cuando estuvo estudiando en el Lucrecio Jaramillo, él siempre estuvo sobrado académicamente y estaba en el último año, faltaban tres meses para que culminara el año escolar y tres de sus compañeros iban perdiendo el año. Luis Felipe los motivó de tal forma para que no se dieran por vencidos, se encerraron en las casa de uno de ellos, por tres días a estudiar todas las materias, durmiendo unas cuantas horas, de esta manera recuperaron su año y todos se pudieron graduar”. Cuando llegó a la casa Bernardo le preguntó: __Hombre Felipe vos que necesidad tenes de sacrificarte de esa manera si vas ganando el año. A lo que Felipe repuso: --Si, yo sé que estoy sobrado y ellos van perdiendo el año, pero si uno no se solidariza con las personas que lo necesitan en determinados momentos, está perdiendo el tiempo, yo saque estos muchachos adelante y esto produce gran satisfacción.
Comenta Bernardo que Luis Felipe conoció en el Lucrecio Jaramillo a varias personas de izquierda y se volvió admirador del Che Guevara. Sus amigos lo invitaban a muchos eventos, pero como él, la mayoría de las veces estaban sin dinero, respondía: -- No puedo ir porque no tengo ni una moneda. Pero esto no fue ningún impedimento y como lo admiraban y apreciaban siempre era invitado.

En las vacaciones de navidad Luis Felipe viajaba con alguno de sus hermanos a la población de Urrao, donde vivía el tío Carlos que era operario de la planta eléctrica industrial, sentía especial cariño por Felipe por su inteligencia y deseos de superación. El tío le daba algún dinero para que saliera al parque y fue en ese entonces que conoció a Liliam Rosa Gómez quien posteriormente se convertiría en su compañera y madre de sus hijos. Posteriormente se graduó de bachiller en el Liceo Lucrecio Jaramillo y volvió a Urrao, Liliam ya se había graduado y se vino para Medellín a realizar un curso y en eta ciudad se le posibilitaron las cosas. Se vinculó como maestro en una escuela rural de Urrao, y Luis Felipe y Liliam se establecieron como pareja, de esta unión nació su primer hijo Andrés Felipe, luego nacieron Fernando y Sandra Patricia. Posteriormente lo trasladaron para Ciudad Bolívar y finalmente para Medellín, al el establecimiento educativo Alejo Pimiento, ubicado en el barrio Castilla. En la ciudad se le posibilitaron las cosas y se dedicó desde muy joven a la actividad sindical en la Asociación de Institutores de Antioquia ADIDA, por su disciplina, estudio y capacidad para negociar, se convirtió al poco tiempo en el presidente de dicho sindicato, jugando un papel imprescindible en las negociaciones del contrato prestacional del magisterio. Su propuesta fue el incremento de las prestaciones para el magisterio acordes con su condición de trabajadores de la educación, participando en la redacción de la ponencia regional prestacional para el magisterio. Además puso en marcha otros proyectos como el auxilio solidario por muerte, fue impulsor de la compra de la nueva sede, fundador de la comisión jurídica de ADIDA: Fue miembro de la Coordinadora Regional de Antioquia, de la Central Unitaria de trabajadores CUT, directivo de la Federación Colombiana de Educadores FECODE, confundador del núcleo político Frente Popular de Antioquia, Además fue aspirante a la Asamblea Departamental para el período 1998-1990.

El 9 de agosto de 1987 desfilaron más de tres mil personas por las calles de Medellín, protestaban porque en Julio de ese mismo año habían asesinado a cinco estudiantes y 4 profesores de la Universidad de Antioquía. Una semana después habían asesinado a sangre fría a 4 personas de las que había encabezado la marcha para defender los derechos humanos. El primero fue Pedro Luis Valencia, senador de la coalición izquierdista Unión Patriótica UP en presencia de su esposa e hijos. Hasta ese momento la mayoría de los asesinados políticos perpetuados por los organismos de seguridad y sus clandestinos escuadrones de la muerte, habían sido identificados con la oposición de izquierda: sindicalistas, estudiantes, obreros, dirigente cívicos, campesinos, presos políticos entre otros eran asesinados en las calles o aprehendidos para desaparecerlos definitivamente.

En la última intervención pública de Luis Felipe realizada el 9 de agosto de 1987, en el parque de Berrío, convocada por la CUT y llevando la vocería por el magisterio, en una jornada realizada por el derecho a la vida y por las libertades políticas, donde asistieron más de tres mil manifestantes que protestaban por la incapacidad de controlar la ola de violencia desatada en nuestro país por el gobierno de Virgilio Barco. Luis Felipe con su voz avasalladora, inició su discurso con una estrofa del cantautor cubano Pablo Milanés, “La vida no vale nada si no es para perecer para que otros puedan tener lo que muchos disfrutan y aman”. Mientras en la multitud se coreaba en una sola voz: “Enamorados con la vida, resentidos con la muerte, a la vida por fin daremos todos, a la muerte jamás daremos nada”.
Apreciemos algunos apartes de su discurso:
…”Por más falsificaciones y malabarismos estadísticos que el presidente Barco presenta al pueblo colombiano, no puede esconder la miseria creciente de las masas de la ciudad y del campo “…
…”El país padece una de las mayores crisis de la historia a causa de la ineptitud y de las erráticas políticas de los gobernantes de turno, a causa igualmente, del manejo hegemonista de los partidos tradicionales liberal y conservador y a causa de la entrega de los recursos naturales y la soberanía nacional a las transnacionales imperialistas”…

…”Tendremos que hacer del dolor que sentimos por la oleada de sangre en que diariamente envuelve al país los organismos militares y paramilitares, un acopio de valor civil para luchar por la vigencia de l vida. A la vida por fin daremos todos, a la muerte jamás daremos nada”.

…”Las clases dirigentes del país para resolver las justas reclamaciones políticas y económicas de las clases populares, acuden ahora a la practica del terrorismo oficial y a la negociación de las elementales garantías ciudadanas”…

…Nuestra central enarbola la bandera del no pago de la deuda externa porque hace años que la pagamos”..

Desde su niñez propendía por la búsqueda de un orden más igualitario, nunca retrocedió a pesar de las amenazas y falsas acusaciones, amaba tanto la vida que en varias ocasiones programó varias peñas artísticas y culturales para reunirse con la juventud y polemizar acerca del consenso democrático y para cuestionar la barbarie que azotaba el país. Bernardo recuerda a Felipe como un hombre tranquilo, muy ocupado pero sin perder el equilibrio, incluso días antes de su asesinato. Comenta una anécdota: “En una ocasión preocupado por la seguridad de mi hermano por las declaraciones que había hecho el Brigadier Rafael Padilla Vergara a los periodista de RCN y la Cadena Radial Colombiana de Medellín el 6 de mayo de 1986 y escritas por el periódico El Mundo de Medellín, en un aparte de dicha declaración el brigadier sostuvo : … “El Presidente de la Asociación de Institutores de Antioquia ADIDA tiene vinculación con el ejercito popular de liberación y se tienen las pruebas de su presencia en campamentos guerrilleros”… El 7 de mayo del mismo año Luis Felipe envió una carta al procurador Carlos Mauro Hoyos donde ponía en conocimiento la persecución injustificada y amenazante de las autoridades militares de la Cuarta Brigada de Medellín. Un día de tantos pasaba por el edificio de la antigua gobernación, ubicada en Calibio y Bolívar, vi que un hombre gritaba consignas y enarbolaba una bandera de ADIDA, me acerqué por curiosidad para ver quien era y gran sorpresa me llevé cuando me di cuenta que el que hacía eso era mi hermano. Estaba totalmente solo, gritando consignas al proletariado, a los obreros, vivas al pueblo y abajo la Secretaria de Educación, enarbolaba esa bandera con tal fuerza y su voz era tan resonante que muchos transeúntes se detuvieron para verlo, yo no sabía que hacer. Por fin terminó su intervención, cuando me vio, me mató el ojo, enrollo su bandera se despidió para continuar con sus actividades cotidianas”. Días después nos encontramos en nuestra casa y nos sentamos a hablar, establecimos un dialogo que yo inicie, preguntándole “A vos no te da miedo que te maten por andar defendiendo los derechos de los otros”. A lo que Luis Felipe respondió;.. “Para morir he nacido y nunca podemos sentir temor por defender los derechos humanos y uno muere pero, quedaran otros, como el arriero abriendo caminos”. Yo desarmado por los ideales de mi hermano le pregunte: ¿Felipe vos pensas que algún día llegará la paz a Colombia? Y Felipe respondió: --- Hombre estas injusticias que hay en este país son muy tremendas, hay que darle trabajo y educación al pueblo para que obtenga su alimentación y solucione sus necesidades para poder que haya paz. Si yo llego a ser algún día Alcalde de Medellín le cambio la cara a esta ciudad tan amada pero tan cruel. En estos momentos, los políticos de turno se quedan con el dinero de los impuestos ciudadanos, conocen sus necesidades en tiempo de elección pero después se olvidan del pueblo, se pasan sus vidas brindando con finos whiskies y sus electores sólo significan cifras para lograr un escaño y para ascender en el mundo de la política.”.

Las hordas fascistas del régimen de Virgilio Barco no respondieron a los defensores de los derechos humanos. A la semana siguiente otro líder que encabezó la marcha fue asesinado: Luis Felipe Vélez Herrera en la puerta del sindicato donde era su presidente. Era una casa vieja distinguida con el No. 42-56 de la calle 57. Sede de la casa de los maestros de Antioquia. Era una casa vieja de tapias y tenía un garaje en la parte anterior. En la actualidad es un moderno edificio donde está ubicada la nueva sede de ADIDA. Los sicarios de una organización paramilitar llamada Amor por Medellín lo esperaban a la 7 y 30 a.m. Estaba totalmente solo a pesar de que le habían hecho varios atentados. Cuando lo vieron en la puerta le dispararon una ráfaga de metralleta. Eduardo Tuberquia quien era el vigilante por aquel entonces, hizo un disparo al aire pero ya no había nada que hacer, a prisa se introdujeron en un carro blanco que los esperaba. A Luis Felipe lo montaron en un carro y lo llevaron hasta San Vicente de Paúl, pero no pudieron hacer nada, su cráneo estaba destrozado. A las 9 y 30 murió. Lo pasaron al anfiteatro municipal pero a lo diez minutos lo entregaron. Rememora Bernardo que él no sabía absolutamente nada del asesinato de su hermano. Por aquellos años trabajaba en un Mesacé cuando una secretaria lo pasó al teléfono, gran sorpresa se llevó cuando se dio cuenta que quien llamaba era Rosalba, la fiel secretaria de ADIDA. El se asustó y preguntó: ¿Qué pasó? Y ella sólo respondió: -- Es que a las 7 y 30 mataron a Luis Felipe en la puerta del sindicato. Bernardo se sintió demasiado mal con tal noticia, pero debía recuperar su cadáver. Salió de la empresa y le informaron que su cuerpo se encontraba en el anfiteatro, llegó hasta ese sitio, estaba tan confundido que no sabía donde preguntar pero unas estudiantes del colegio donde Luis Felipe había sido profesor, estaban indagando por el asesinado, apenas las escuchó sabía que era por él por quien preguntaban y se unió a ellas. Sacaron el cadáver de allí para llevarlo a la funeraria Medellín, posteriormente lo trasladaron para la sede sindical de ADIDA.

Cuando Amnistía Internacional se enteró de la noticia, un miembro de dicho organismo telefoneó al Dr. Héctor Abad Gómez, presidente del comité de los derechos humanos CDDH, organización independiente con sede en Medellín y le preguntó si Luis Felipe había sido amenazado, a lo que Héctor Abad respondió;: --“Si pero todos hemos recibido amenazas”, además agregó: -- “A mi también me amenazaron la semana anterior”… Ese día en las horas de la tarde se reunieron Héctor Abad y Leonardo Betancur quien era el vicepresidente de dicha organización para ir al velorio, cuando salieron de la sede sindical los esperaron varios sicarios y a escasos metros donde había sido acribillado Luis Felipe, once horas más tarde fueron asesinados estos tres líderes. Pistoleros no identificados les dispararon varias ráfagas de ametralladora.

Ese mismo día fueron heridos gravemente los educadores: Aura Gutiérrez Taborda, Israel Gómez Delgado y Abel Gómez de la Universidad de Antioquia. Leonardo e Israel eran miembros de la Asociación de profesores universitarios ASPU que en meses anteriores se había fusionado con ADIDA. El gobierno de Barco fue incapaz y desconoció los más mínimos derechos de los colombianos. Ese martes 25 de agosto, la junta directiva de ADIDA Tomó varias decisiones. La primera fue decretar un paro de 72 horas para el magisterio antioqueño. Además presentaron a la Secretaría de Educación de Antioquia un pliego peritorio y decidieron apoyar e impulsar un paro cívico regional por el derecho a la vida, a las libertades políticas y democráticas y por el levantamiento de estado de sitio que se había convertido en la única herramienta para gobernar.
Ese miércoles 26 de agosto llevaron los inmolados líderes que ofrendaron sus vidas por defender los derechos humanos para velarlos en cámara ardiente en las instalaciones del coliseo cubierto de la unidad deportiva Atanasio Girardot. A las cinco de la tarde la junta directiva programó una movilización que partió de dichas instalaciones. Ese jueves se llevó a cabo el sepelio de los tres. Estas muertes marcaron un giro en al historia de la violencia política en Colombia ya que estas personas contribuyeron tanto a esta sociedad hasta ofrendar sus vidas.

Luis Felipe Vélez Herrera recibió su grado póstumo en derecho y ciencia políticas otorgado por la Universidad Autónoma Latinoamericana en septiembre de 1987.

Luis Felipe inició su lucha popular y magisterial en uno de los reconocidos partidos comunistas, dedicando gran parte de su tiempo y energías a esta utopía. De una personalidad fraternal fue un acérrimo defensor del derecho a la vida, siempre estuvo al frente, sin retroceder a pesar de las amenazas y el soborno.

NAUFRAGIO A Luis Felipe Vélez Herrera
Una condena sostiene los días,
Abismándoles en tercos oleajes.
Desbocado el vértigo
Las palabras se derrumban.
Es preciso amordazar la voz
Para no gritar el caos
Que se agita en el horizonte.
Herida la razón,
La incertidumbre se toma las letras
Para conjugar el dolor
Que había en el hombre
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